domingo, 8 de octubre de 2017

Alberto Barrera Tyszka: "La pregunta es si el carisma de Chávez podría administrar esta crisis de otra manera"


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Medellín.- "¿Cómo está Venezuela?". Esa fue la gran pregunta recurrente a periodistas y foristas de ese país en el marco del Festival Gabo, celebrado entre el pasado 28 y 30 de septiembre en la ciudad colombiana de Medellín. Ante la tan compleja crisis que viven los venezolanos, resultaba inevitable interiorizarse sobre lo que sucede en el país caribeño.

El escritor Alberto Barrera Tyska fue uno de los grandes invitados al Festival organizado por la Fundación Gabriel García Márquez Para el Nuevo Periodismo de Iberoamérica (FNPI), que distinguió a los mejores trabajos periodísticos de la región.

En diálogo con Infobae, el literario, quien cuenta con una amplia obra sobre la vida de Hugo Chávez, realizó un análisis sobre la incidencia del ex presidente venezolana en la historia moderna del país y la presente crisis.

– En su libro Patria o muerte, uno de sus personajes dice que se encuentra en un país "intoxicado por la política". Si tuviese que hacer un libro sobre la Venezuela de Maduro, ¿mantendría esa frase o la cambiaría en algún aspecto?

– La cambiaría. Porque yo creo que la crisis económica ha diluido la polarización política, incluso el debate ideológico. En Venezuela no hay un debate ideológico, ni siquiera político. Hay una mayoría de la población que está unida, tratando de sobrevivir a la crisis económica. Entonces la crisis económica ha redefinido un poco las divisiones políticas en Venezuela.

– Muchos escritores intentan no tomar una postura política en sus trabajos. Sin embargo, en la situación que se encuentra Venezuela, ¿resulta imposible no tomar partido por uno u otro bando?

– Las sociedades polarizadas tienen un poco eso. Pero aunque no vivieras en una sociedad polarizada, yo creo que el escritor, no por ser escritor, sino por ser ciudadano, ejerce un poco sus opiniones políticas, sus molestias o sus preferencias, o no. Unos las expresan en las escrituras, otros no. El problema con sociedades como la venezolana, es que en algún momento los gobiernos te obligan a tomar posición. Además no son posiciones políticas pensadas, son posiciones afectivas, emocionales: o estás conmigo, o estás en mi contra. Lo que hacen es expulsar el discernimiento de la discusión social.

– Al ver la alarmante situación que atraviesan los venezolanos, ¿se puede decir que el discurso "revolucionario" del chavismo a fin de cuentas fue una gran ficción?

– Si, yo creo que ahora se puede mirar y evaluar el proceso venezolano de otra forma. Incluso preguntándose si esto realmente fue una revolución. Teníamos un presidente que ganó las elecciones de un país petrolero; le dio una patada al tablero y dijo "esto es una revolución". Dieciocho años después hemos vuelto como país a un punto peor que el anterior y lo único que ha cambiado es que la sociedad está en manos de los militares. Habría que pensar si realmente ese proceso es una revolución, si es de izquierda, y si le ha hecho bien al país y a los pobres. Creo que todo eso está más bien ponderándose de nuevo en este momento.

(Festival Gabo)

– La crisis se comenzó a gestar en el sector económico y luego impactó en casi todas las áreas, desde lo político hasta la salud. Si hoy en día tuviera que encarar un nuevo libro para reflejar la situación que está atravesando Venezuela, ¿desde qué ámbito de la sociedad lo abordaría?

– La literatura tiene una ventaja sobre los otros discursos, y es que tiene la posibilidad de narrar la vida desde la intimidad, llena de matices, de ficciones, de detalles. Entonces yo creo que trataría de conseguir una historia íntima, y desde esa historia contar un poco lo que le ocurre a los venezolanos y al país.

– ¿Quién fue Hugo Chávez?

– Creo que es muy difícil saber… ni él lo sabía. Existieron muchos Chávez. Él tenía muchos personajes. Empezó un Chávez que era un tipo con unas aspiraciones, y se fue transformando. Pero sí hay un elemento que permanece: siempre fue un soldado. Detrás de todos sus personajes, el político, el estadista, del humorista, del showman, nunca dejó de ser soldado. Eso está en su naturaleza; su sentido de la obediencia, su desdén por lo civil, su idea de la jerarquía. Él mismo lo dijo cuando ganó las elecciones. Dijo que no confiaba en los partidos políticos, ni siquiera en el suyo. "Yo voy a gobernar por los militares, que es la gente con la que me formé", anunció en ese entonces.

– Muchos "ex chavistas" sostienen que Venezuela no hubiese llegado a esta situación con Chávez. ¿Está de acuerdo con esa visión o, por el contrario, fue el gran artífice de las bases de esta crisis?

– Todo esto tiene que ver con  Chávez y su modelo, y Maduro está ahí para proteger la figura de Chávez. La gente piensa que en el fondo la pregunta es si el carisma de Chávez y su talento comunicacional y su capacidad manipuladora comunicativa podrían administrar esta crisis de otra manera. Yo creo que no. La respuesta de Maduro ha sido militarizar la calle: reprimir, encarcelar, tener presos políticos, juicios militares a ciudadanos civiles. Y Chávez posiblemente hubiese hecho lo mismo.   

– ¿Considera que Maduro fue mucho más brutal que Chávez en su respuesta contra las manifestaciones no sólo de la oposición, sino de su propio pueblo?

– Sin dudas. Fue mucho más brutal. Posiblemente porque no tiene el talento, la fortaleza política, no tiene un discurso, y porque le ha regalado el país a los militares. Hay cosas impensables. El SEBIN, que es el Servicio de Inteligencia, ha tenido un poder independiente y autónomo en el país. Hay un dirigente llamado Yon Goicochea que tiene libreta de excarcelación desde hace un año y el SEBIN no lo entrega. No importa que haga, ni las instituciones, ni el poder político. Entonces ahora tenemos un poder militar que antes no existía en Venezuela.

– Personalidades como las de Chávez o  Fidel Castro en Cuba, ¿contribuyen a la tarea del escritor?

– En América Latina la tradición del caudillo y del caudillismo sí genera personajes interesante, sobre todo por el poder que tienen en la historia y su influencia en la historia de nuestros países y de las vidas nuestras. Pienso en Juan Domingo Perón, Tomás Eloy Martínez… Es una larga tradición que hubo en el siglo XX. Incluso te diría que es algo que viene desde nuestras luchas de independencia, como la figura de Bolívar.  

– ¿Cómo piensa que será recordado Chávez?

Hay todo un programa desde el Estado de culto a la personalidad y religión; yo no sé si va a sobrevivir. Será un fenómeno quizás como el de Perón en Argentina, tal vez con menos fuerza. Pero a diferencia de eso, Chávez tenía un gran manejo de los medios y el Estado todavía desarrolla ese culto a la personalidad. Tú puedes ir a Caracas en este momento y encender un televisor, y de repente ves a Chávez hablando en uno de sus programas que lo están repitiendo.

-Resulta imposible no preguntarle por la actualidad de Venezuela…

Está muy complicado porque tiene una crisis política que parece paralizada, con un gobierno que no quiere negociar, y que tampoco quiere medirse democráticamente. Es una combinación con una crisis económica que avanza a pasos vertiginosos. Entonces es una especie de cóctel terrible. Todo eso con un panorama político en el que el partido del Gobierno tiene coptadas las instituciones, conviven dos Asambleas Nacionales que se deslegitiman mutuamente.  

– ¿Por qué llegó tan tarde la ayuda internacional?

– Hay muchos factores. Entre ellos, yo creo que se manejó una diplomacia del petróleo muy efectiva. Venezuela logró controlar a sus vecinos porque era un país que manejaba una cartera petrolera y la manejó además a su antojo. Chávez en un momento cuando los sandinistas no estaban en el gobierno financiaba o regalaba plata a alcaldías de Nicaragua donde gobernaban los sandinistas. Es decir, hubo un manejo internacional del petróleo muy político. Eso ya no está, no existe, se acabó. Venezuela no puede pegarle ni a su servicio exterior, ni a las embajadas, tiene problemas de deuda con las embajadas. Además durante estos años de Maduro ha habido muchas cosas más evidentes y brutales que son innegables. Según la ONU, en las últimas manifestaciones se detuvieron a 5.000 personas. Tampoco la comunidad internacional se puede hacer la loca frente a estas cosas.

 

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