El politólogo Daniel Kerner acaba de publicar Del modelo al relato, un libro donde analiza, año a año, cómo evolucionó el gobierno de los Kirchner, y las razones de su derrota electoral. Responsable del área América Latina y Argentina desde hace 11 años en Washington de EuraasiaGroup, una empresa que "le explica a inversores y financistas hacia dónde va la política en todas partes del mundo", vino al piso de Infobae TV a presentar su libro.
—Vos decís, "había un modelo, cuando Néstor Kirchner llegó al gobierno", ¿qué pasó después?
—Sí, la idea del libro es tratar de entender orgánicamente y racionalmente al kirchnerismo, y tratar de abstraerme de la grieta y de la política. En ese sentido, entender los cambios y las continuidades. El libro surge en gran medida como mi propio esfuerzo de explicarle a la gente por qué hacían lo que hacían, tomando decisiones incluso irracionales, la inflación, la energía, Moreno. Lo que digo ahí es que el kirchnerismo surge de la crisis del 2001, política y económica, y entonces Néstor Kirchner siempre se sintió débil y esa sensación de debilidad lo acompañó durante todo su mandato, y continuó en Cristina.
—¿Cómo ves ese pasaje del 2007 al 2009, cuando parecía que el kirchnerismo estaba terminado?
—El modelo era el que heredan del duhaldismo, con los superávits gemelos y el crecimiento. Ellos se obsesionan por mantener eso. Esa era la guía, aunque se va deteriorando con el paso del tiempo, y ellos no cambian. Con la crisis con el campo, el gobierno pierde y parecía que estaba terminado en el 2009, cuando pierden la elección con Francisco De Narváez en la provincia de Buenos Aires. Hay ahí una mutación interna del kirchnerismo, para pensarse como algo en función de la historia nacional y popular. Empiezan a elegir los enemigos, Clarín, la dictadura, que según esa visión, siempre estuvieron contra lo nacional y popular. Ahí aumenta el apoyo, nuevos actores que salen a apoyarlos y más respaldo de votantes. Dieron un giro muy ideológico.
—Pero tocaron una fibra muy argentina, que está en la historia, se hicieron cargo de una personalidad que tiene nuestro país.
—Sí, el conflicto con el campo era muy difícil de entender. Visto desde afuera no se entendía por qué defendía tanto la 125 y no negociaba. Además de que Kirchner no quería ceder, porque creía que, de otro modo, iba a ceder en todo y perdía el poder. Empieza a pensar que "acá tenemos los enemigos del pueblo", Clarín, los empresarios, el campo, la gente en las ciudades. Enfrentamientos que estuvieron siempre en la historia argentina. Y gente que no quería ni al kirchnerismo ni a Cristina, a identificar esos enemigos, se pone con ellos. Ahí aparece el relato, aparece una idea de país, y una épica, que está viva aún hoy.
—Una épica que tiene representación política, pero que vuelve a presentarse en la batalla política, y Cristina va a ser senadora representando ese relato. ¿Por qué tuvo tanto éxito, solo por la historia?
—Sí, la verdad es que, simplificando mucho, el gran éxito del kirchnerismo es que estuvo en el poder en un contexto económico global muy favorable. Si uno ve los niveles de aprobación, la mejor época 2005-2007 era cuando los precios de los commodities estaban muy altos y 2010-2011 es cuando pasó algo similar. Es lo que pasó en la región, también en Brasil y en Venezuela. Finalmente, hay mucho del ciclo económico, que el kirchnerismo utilizó para expandir derechos sociales y la presencia del Estado de una manera que sí le cambio la vida a mucha gente. Esos años ya no están, ni creo que vuelvan, pero creo que mucho de lo que el kirchnerismo generó sigue estando como demanda social. Y eso es un desafío para tratar de mantener esas demandas, cuando los recursos ya no están.
—¿Por qué creés que Kirchner dejó el modelo y se puso al servicio de un relato?
—Yo creo que tenía más que ver con que sentía que si él cedía un ápice en algo, iba a terminar como De la Rúa. Creo que por eso doblaba la apuesta. El nivel de concentración en el proceso de toma de decisiones era altísimo, todo lo decidía Néstor, incluso con Cristina gobernando. Al estar tan concentrado, solo se podían ir ocupando de cosas a medida que aparecían. Una de las cosas más raras que sucedió en el kirchnerismo fue el poder que ganó alguien como Guillermo Moreno, alguien que solo tomó decisiones malas, y en gran medida, es el responsable del deterioro económico que terminó con la derrota electoral del kirchnerismo. Moreno entendía la lógica de que había que mostrar fortaleza, pero había que resolver los problemas rápido. Si la inflación subía, había que manipular las estadísticas, no cambiar la política macroeconómica. Y después quedaron enganchados en esa lógica, y ya no pudieron salir. Sobre el final, ya empezaron a creerse que eso era parte del todo.
—Para terminar, tengo que hacerte alguna pregunta sobre el presente. ¿De qué modo ves el gobierno del presidente Macri? ¿Lo ves débil, creés que podrá consolidar su vocación de integrarse al mundo, podrá superar los desafíos de estas demandas que vienen de 12 años de kirchnerismo?
—Yo diría que por ahora sí. Surgió con cierta debilidad, ganó la elección con un poco de suerte, pero manejó la política bien, y si el 22 de octubre gana -como todo parece indicar- a pesar de no tener mayoría en el Congreso creo que será un Gobierno bastante fortalecido. Sobre todo porque la oposición está muy fragmentada. El mundo sigue favorable a la Argentina, no tanto como en los años kirchneristas, pero puede utilizar el acceso a los mercados internacionales. Hoy eso se va a mantener, lo que le va a permitir financiar una transición. Hay un desafío ahí, de todos modos, las distorsiones son grandes, las emisiones de deuda son muy grandes, y es algo insostenible si no se cierra. Mi preocupación es que esas altas demandas sociales limitan mucho cuánto ajuste pueda hacer el Gobierno. El desafío después de la elección es entender que la victoria tiene que ver con algunas cosas que hicieron bien, mucho de lo que hizo mal el gobierno anterior, pero no creo que tenga mandato para mover Argentina muy lejos de los derechos sociales alcanzados durante el kirchnerismo.
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